Autora: Adriana Cercas Duque
Pena de muerte es una película que no deja indiferente a nadie. Decíamos en el previo a la película que posicionaría a quién la viera en un lugar incómodo por las preguntas que suscita.
El ritmo de la película es pausado, se detiene en conversaciones e intercambios de palabras profundas que giran principalmente en torno a temas como son la justicia y la religión, concretamente la cristiana.
Debe destacarse el papel de Susan Sarandon como la hermana Helen Prejean, papel por el que consiguió el Oscar a mejor actriz en el año 1995. Se trata de un personaje que existe en la vida real y que ha dedicado gran parte de su vida a acompañar a condenados a muerte y a procurar que su pena no fuera ejecutada, y además a difundir su mensaje a favor de la abolición de la pena de muerte.
En una entrevista concedida a un medio español en 2018 (1) la hermana Helen explicaba el por qué de su lucha “Filosóficamente, la pregunta es: ¿quién va a ser el árbitro de toda la gente que ha cometido actos terribles, cómo podemos decidir que algunos pueden morir? Matar a una persona es el acto más terrible en el universo. ¿Quién decide quién debería morir por ello? Cuando se reinstauró la pena de muerte, en 1976, el criterio era supuestamente los crímenes más terribles. ¿Quién sabe lo que esto significa?
No hay manera de determinar eso, y luego decidirlo en procesos. Surgen todo tipo de fallos... Los derechos humanos son inalienables, lo que implica que los Gobiernos no pueden disponer de ellos a su antojo. Ni retirarlos por mal comportamiento. Está en el artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: el derecho a la vida. Nadie tiene el derecho a quitarle la vida a otra persona. Ni a la tortura.”
Responde a esta pregunta haciendo referencia a los derechos humanos, los cuáles, probablemente, nos ayuden a situarnos de nuevo en el punto cero y así poder comprender los problemas como el que plantea la película sobre la pena de muerte. Y es que los derechos humanos han de ser considerados como la esencia para la convivencia entre las personas.
Pregunta la hermana Helen en su respuesta “¿quién va a ser el árbitro?” , cuestión que enlaza con el tema recogido en el previo a la película en torno al libre albedrio.
Es una película de la que fácilmente se puede desgranar una reflexión acerca del libre albedrío, fácilmente podríamos decir que si no existiera el libre albedrío y por tanto todo estuviera ya decidido, entonces no deberíamos condenar a muerte pues está todo escrito, es decir exime de culpa al delincuente, pero entonces tampoco se debería parar la condena porque también estaría escrita, sería un mundo determinado, es decir, que si no existiera el libre albedrio, podríamos concluir en una idea de irresponsabilidad, de no culpabilidad de nada, en definitiva de no sentir nada.
Pero he aquí, el sentir, de donde las personas no podemos escapar.
Son los sentimientos de uno mismo, los que nos hacen recobrar sensatez y la capacidad de poder discernir entre lo que es bueno y es malo, el alivio o el nudo en el estómago. Y probablemente estos sentimientos, los más básicos, sean en definitiva el denominador común de las personas.
Bibliografía:
1.Cifuentes, P. 2018. Sister Helen: “Sigo aprendiendo de los condenados a muerte a los que acompaño”. Reportaje. El Español. Disponible en: https://www.elespanol.com/reportajes/20180128/sister-helen-sigo-aprendiendo-condenados-muerte-acompano/280472585_0.html
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