No es de extrañar que uno de los elementos más destacados por los asistentes tras la visualización de Roma fuera la fotografía, y es que bajo la dirección de Alfonso Cuarón se ha galardonado la película con el Oscar 2019 a la Mejor Fotografía (entre otros galardones). Cada una de las escenas se desarrollaban desde un plano fijo, permitiéndote únicamente observar los acontecimientos desde el prisma que se nos mostraba lo cual provoca la concentración en ese corte de la acción, perfectamente enmarcado espacio-temporalmente.
De la apuesta estética patente a lo largo del largometraje destaca también el uso del blanco y negro con el objetivo de centrar la atención en las sensaciones y expresiones y desprendernos de cualquier distracción. Entre estas sensaciones fue por los asistentes reconocida la capacidad de Cuarón para provocarnos angustia en la escena cruel e insoportable en la que Cleo da a luz a su bebé fallecido. Y es que, rescatando lo comentado anteriormente, la estética de la película no permite al espectador apartar la mirada de la escena.
Es fundamental destacar las dos desigualdades acerca de las que versa la película y las cuáles no son tan dispares una de la otra como cabría esperar y como veremos a continuación.
Por un lado, la desigualdad de clases personificada en la relación de la familia para con Cleo, siendo a pesar de ello parte de la propia familia en cuanto a la interrelación con los diversos miembros y los lazos que tiene con los mismos, pero sin obviar sus diferentes orígenes y estatus sociales que son asumidos en la cotidianidad de sus vidas. Precisamente la obra está basada en los años 70 y casi medio siglo después se pone en entredicho la presencia de una actriz de origen indígena en los medios audiovisuales por discriminación étnica.
Por otro lado, los cabezas de familia representan a la perfección el desmoronamiento anunciado de una relación matrimonial que acaba por tocar fondo en el desarrollo del largometraje, con un ausente marido que finalmente desaparece y que representa fielmente los rasgos de una sociedad patriarcal mientras que Sofía, la madre, supera y se impone ante dicha situación reincorporándose al mundo laboral pero manteniendo el férreo matriarcado en el microcosmos del hogar encargándose junto al personaje de la abuela, sublime por su parte, de la educación de los niños y de la planificación de las tareas asociadas al cuidado de los mismos que desempeñan Cleo y Adela.
En definitiva, un alegato a la realidad de la vida.
Para terminar, y con motivo de la celebración el pasado febrero del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia que la SoCMaC celebró plasmamos una cita de Carmen Laforet en su obra cumbre Nada (Capítulo XVIII):
“Tal vez el sentido de la vida para una mujer consiste únicamente en ser descubierta así, mirada de manera que ella misma se sienta irradiante de luz.”
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