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El Club de la Lucha o Fight Club

Este mes de septiembre en nuestro ciclo cinematográfico se ha propuesto la visualización y reflexión de "El Club de la Lucha" de 1999.



Edwar Norton representa “el esclavo” que “no es capaz de darse libremente su propia norma de actuación, todo el que sigue sistemas gregarios de moral”. (Santamaría García & Santamaría Pérez, 2015). Su vida es la representación de la canción Muertos Vivientes “son todos casi igual. Muertos vivientes ¿a dónde irán?” (Habitación Roja, 2010).


El ambiente de la película es dionisiaco en gran parte de la película, en el que tiene como elemento fuerte a Tyler Durden. Este personaje muestra el Nihilismo negativo. El engaño es parte de él, y así muestra como engaña al “esclavo”. Es fuerte, tiene todas las características de “el león” y como buen amuestra de nihilismo, rompe con Dios.


Además, Tyler Durden muestra rechazos a la cultura consumista del momento, con una ideología comunista que va aferrándose más, de tal modo que al crear el “proyecto Mayhem”, se puede comparar a Tyler Durden con Stalin.Pero he aquí un personaje intrigante: Marla Singer. ¿Acaso es real? o ¿es una metáfora?, lo que estaría acorde con un pensamiento de Nietzsche, en el que sobrepone la metáfora al instrumento para explicar la realidad.


Pero el hombre “esclavo” rompe con esa tendencia y se convierte en un nuevo personaje, en “el niño”. Ahora desbanca a Tyler Durden de esa posición de “superhombre” y él la toma, pero desde una posición de nihilismo positiva, en el que tiene la voluntad de poder para crear nuevos valores que hagan ser al ser sin ataduras, ni límites de libertad.


¿Qué decir si todo es cuidado? Pues sí… Refleja los hábitos culturales del momento. La tendencia a la tecnología, al imperio de Mac®, a la sinrazón de conseguir metas preestablecidas “de marca” como tener una casa decorada de IKEA®, los sueños de la población que han sido vendidos por grandes empresas como Hollywood.


Sí, aquí es donde vivimos, en esa cultura. La cultura es la cuna del desarrollo de la persona, por lo que todo ello marcará el desarrollo de ella. Pero es esa misma cuna que mece la que va a ir colocada las cadenas que considere pertinente. Es aquí donde nos encontramos al protagonista, en un momento donde ha ido marcando las metas conseguidas pero su vida no es de su propiedad, en el sentido que no ha sido diseñada para él, olvida quién es, o quizás, ni lo ha descubierto. Está en un punto de desesperanza cuando recurre al médico pidiéndole ayuda, que haga él hago por él. Es en el grupo de autoayuda, en esa visión de compartir la “pena”, la “desdicha” donde puede volverse a reencontrar.



Pero más tarde con Tyler descubre la parte más primitiva de todo ser humano, que ha sido anulada en la sociedad y que en parte la no lucha por ella tiende a la frustración. De modo que crean un club para sacar la desesperanza, impotencia, frustración de la forma más primitiva, donde el dolor es difícil de alcanzar por la anulación de tu ser en base a lo anterior.


En esa retoma de la personalidad del protagonista, donde comienza a afrontar sus problemas de autoconcepto, de personalidad, surge el conflicto de decisiones a partir de descubrir algo acontecimientos que chocan con sus valores. Así se rehace como persona libre con unos valores asentados y propios que le harán disfrutar por cada minuto vivido, facilitaran su mirada al futuro y al afrontamiento de la vida.


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