top of page
Noticias y Reflexiones: Blog2
Foto del escritorSoCMaC

El legado violeta de Benjamina: escribir en el agua



En la Sima de los Huesos de Atapuerca hallaron los restos óseos de la niña Benjamina. Los análisis indican que vivió hace unos quinientos mil años. En ese mismo yacimiento ya habían encontrado a Miguelón y Elvis, un cráneo y una cadera de hombres adultos que datan de la misma época.


Ninguno de los tres habría alcanzado la edad que se les estima si no hubieran sido cuidados.




A Elvis se le estima unos cincuenta años y sufría una degeneración que le habría impedido caminar o incluso permanecer erguido. Miguelón, algo más joven, padeció infecciones dentales que le habrían obligado a una alimentación triturada, incluso masticada por otros. El caso de Benjamina es especialmente significativo. Los restos corresponden a un individuo de sexo mujer, de unos cinco a diez años de edad y que nació con una alteración que le fusionó las suturas craneales de forma prematura, lo que sabemos que provoca alteraciones para el desarrollo mental.


No dejaron pinturas. No conservamos escritos. Pero en aquella niña hallamos un legado de cuidado.


Benjamina nos expone ante la vulnerabilidad del individuo y ante la decisión de una comunidad. Y no en una situación cualquiera, porque aquella época nómada nada tiene que ver con la abundancia de la sociedad actual. Cuidar significaba invertir tiempo y recursos de un grupo a un individuo que no iba a adquirir las capacidades mínimas para su autocuidado. Pero, sin embargo, la cuidaron y lograron su supervivencia durante años.



Los conocimientos exactos que tenían, las destrezas aplicadas y las consecuencias de aquello a corto plazo quedaron en aquella comunidad. Podemos hacer suposiciones desde los restos, pero no tenemos más grado de certeza. No obstante, aquellas acciones de cuidado serían aprendidas por otros que las repetirían haciendo que pasaran a formar parte de un saber común transmitido mediante el ejemplo y la comunicación oral.


Afirma la cita latina “Verba volant scripta manent” que la palabra hablada vuela, mientras que la escritura prevalece. La transmisión oral conlleva que pueda perderse en el viento aquel saber que tanto tiempo ha costado en adquirir; pero a la vez ofrece la posibilidad de, en aquella suerte de incertidumbre, hallar nuevas significaciones o vías que hagan evolucionar. Por el contrario, la palabra escrita queda fijada, suspendida sobre un material que soporta mejor el paso del tiempo.


Jeroglíficos, papiros, textos bíblicos y obras de la literatura universal incluyeron acciones de cuidado e, incluso, pusieron nombre a algunas de las que reconocemos como el origen de las actuales enfermeras. No obstante, parece que el cuidado sobrevivió (tal vez porque era la vida misma) desde un papel secundario que no dejó impronta explícita hasta obras como las de Andrés Fernández o Florence Nightingale. A buen seguro no serían los primeros, pero son señalados como referencia inicial. Sea como fuere, estos dos personajes históricos ejercieron el cuidado y escribieron sobre el mismo desde contextos distintos. Les separa una distancia en tiempo y espacio geográfico que hace que vivieran perspectivas diferentes del mundo y sus obras reflejan esas herencias del conocimiento aplicado al cuidado. ¡Quién sabe las historias que podrían haberse escrito sobre Benjamina!


Y es que, más allá de la enfermería, el cuidado impregna cada momento aunque los intentos de dar testimonio de ello sean, en ocasiones, como escribir en el agua.


Vivimos una época donde el feminismo colorea de morado las calles para visibilizar un camino hacia la igualdad fáctica de la mujer. Un color que también es identificado con el cuidado.



Casualidad o no, la mujer y el cuidado han compartido semejantes dificultades de visibilidad en su papel esencial para la humanidad. Pero la escritura ya está inventada desde hace mucho tiempo y aún no terminamos de hacer historia sobre estas mujeres cuidadoras (y hombres, que también los hay) que sostienen familias y comunidades. Su labor no aparece en los balances de cuentas y, sin embargo, de desaparecer estos cuidados, muchas empresas no podrían salir adelante. Tiempo, recursos y preocupaciones que las últimas estimaciones traducen en unos 28 millones de empleos a tiempo completo sólo en España. Estos términos económicos parecen ser los válidos en nuestros días más allá de las palabras sobre la importancia de este rol. Pero no nos olvidemos que en verdad no puede calcularse cuán esencial y vertebrador resulta el cuidado, porque ello no es solo una actividad, si no que construye a las personas del mañana.


Las mismas ideas que hoy resuenan en las calles y medios de comunicación serán planteadas en el hogar o con el grupo de amigos. El fruto del debate calará en la perspectiva social del futuro acerca de cuestiones como la que aquí nos trae: el cuidado, su valor y conocimiento. Un cuidado que exige un compromiso con uno mismo y con los demás miembros de la sociedad, especialmente de aquellos que más lo necesitan.



Ante esta demanda social, en SoCMaC apostamos por la visibilidad del cuidado a través de la investigación multidisciplinar con resultados transversales que reviertan en cualquier sector de la comunidad. Acciones para la evolución en el conocimiento sobre el cuidado en campos como las tecnologías, las matemáticas o la filosofía; pero, siempre y ante todo, acciones cuyos resultados repercutan en beneficio de una sociedad mejor cuidada en todo momento y desde un desarrollo equitativo y sostenible.

… dedicado a las muchas vidas que llenan de recuerdos.

55 visualizaciones0 comentarios

Comments


bottom of page